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No conviene ser amigos de nuestros hijos

Matthew McConaughey ha hablado sobre la relación con sus hijos, Levi, Vida y Livingston, fruto de su relación con Camila Alves, con quien lleva casi 20 años. Lo ha hecho durante la presentación de la última película que protagoniza, Laberinto en llamas, dirigida por Paul Greengrass. Levi (17 años), su hijo mayor, forma parte del reparto de la película, por lo que el oscarizado actor ha aprovechado para hablar de su paternidad y acerca de cómo es la relación que mantiene con él y con sus otros dos hijos.

«Como padre, siempre pensé que había dos etapas: primero eres el padre, y luego, con suerte, te conviertes en amigo. Sin embargo, ahora que mis hijos son adolescentes, me he dado cuenta de que en realidad hay un papel intermedio, un puente entre esos dos, y es el de ser su hermano mayor”, comentaba. “Por eso, aunque sigo ejerciendo de padre, muchas veces me encuentro escuchando algo que les preocupa y, en lugar de darles una lección, me siento con ellos, les pongo una mano en la espalda y les digo: A mí también me pasó«. Esa interacción les ayuda a entender, según manifiesta McConaughey, “que el mundo no gira solo en torno a ellos, que no son los únicos con ese problema”.

Aunque sigo ejerciendo de padre, muchas veces me encuentro escuchando algo que les preocupa y, en lugar de darles una lección, me siento con ellos, les pongo una mano en la espalda y les digo: «A mí también me pasó».

Matthew McConaughey, actor y padre de tres hijos adolescentes

Sus palabras dan lugar a reflexionar acerca de cómo ha de ser la relación entre un padre o una madre y sus hijos, puesto que muchos creen (como él mismo lo creía en un primer momento) que lo más adecuado es ser amigos, establecer una relación de amistad. ¿Pero realmente es así? ¿O es preferible marcar cierta distancia?

Se lo hemos preguntado a Sergio García Soriano, psicólogo y psicoterapeuta (www.psicologosergiogarcia.com) y miembro del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid. Lo que nos responde, partiendo de la base de que las palabras del actor Matthew McConaughey son las de un padre hablando sobre su hijo y, por lo tanto, son respetables, es que “no conviene ser amigos de nuestros hijos”.

Eso no implica que los padres no puedan ser amistosos con ellos. “Una cosa es que uno pueda ser amistoso, pero otra cosa es que uno no se dé cuenta de que cumple una función, sobre todo, en el desarrollo del niño y del adolescente”, explica. “Es decir, que son relaciones diferentes y, por lo tanto, cuando uno es padre o cuando uno es madre, tiene que aplicar una serie de conocimientos y una serie de códigos que, pudiendo ser flexibles, implican otra responsabilidad e implican otra figura”.

La relación entre padre e hijo en cada etapa evolutiva: factores a tener en cuenta

“El papel de padres y el papel de amigos es diferente y hay que tenerlo muy claro durante todas las etapas evolutivas del niño”, subraya el psicólogo. Durante la infancia, el papel fundamental del padre y de la madre es el de proteger y supervisar, el de poner normas y límites. “Tengo que tomar en cuenta a mi hijo, pero al mismo tiempo tengo que ser quien aplique las consecuencias y tengo que hacer un visionado de su vida para poder ofrecerle estrategias y, claro, no soy su amigo porque al mismo tiempo también puedo ser su censor, ya que le tengo que poner límites”, aclara. “En una primera infancia, adolescencia y juventud, el hijo necesita un padre que limita y, a partir de ahí, no se pueden establecer las relaciones de amistad”.

El papel de padres y el papel de amigos es diferente y hay que tenerlo muy claro durante todas las etapas evolutivas del niño

Sergio García Soriano, psicólogo y psicoterapeuta

Sergio García Soriano puntualiza que esa relación cambia (o debería cambiar) cuando el hijo llega a la mayoría de edad. “Ahí ya el visionado de la vida de mi hijo tiene que ser respetuoso y no le puedo limitar, sino que tengo que tener generosidad con sus puntos de vista”. Puntualiza, eso sí, que no se trata exactamente de una amistad, sino de “un apoyo férreo y, entre comillas, incondicional, frente a las cuitas de la nueva vida de mayoría de edad”.

En cuanto a las declaraciones de Matthew McConaughey acerca de que ejerce, en cierto modo, de hermano mayor de sus hijos, el psicólogo considera que se trata de “un posicionamiento sano frente a la vida de sus hijos” cuando estos son ya mayores . “Yo a eso no lo llamaría amistad, lo llamaría una relación sana con nuestros hijos, sin juzgarles y promoviendo y apoyando sus iniciativas o su toma de decisiones”.

¿Cómo es una relación sana entre padre e hijo?

“Una relación sana es cuando mi hijo tiene problemas y puede consultármelos, puede hablar conmigo o, aún no pudiendo hablar conmigo, sabe que, si me lo cuenta, no voy a ser autoritario con él o no voy a ser con él una persona que juzgue”. Teniendo esto en cuenta, el psicólogo hace hincapié en que en la adolescencia se necesita más un padre que esté ahí.

“Y eso no se improvisa. Eso tiene que ver con que, a lo largo de la vida del niño, del adolescente y ahora del joven, uno ha hecho lo que tenía que hacer y es estar ahí, que sufragarle los gastos necesarios hasta poder llegar a la juventud, es tener la comunicación necesaria hasta llegar a esa juventud. Y eso tiene que ver con haber pasado horas con ellos, haber tenido tiempo de calidad, haber sabido cuáles son los gustos y las necesidades de nuestros hijos…”.

En una primera infancia, adolescencia y juventud, el hijo necesita un padre que limita y, a partir de ahí, no se pueden establecer las relaciones de amistad

Sergio García Soriano, psicólogo y psicoterapeuta

El psicólogo añade que es importante también ponernos “un poco por detrás”, es decir, no tener ego, puesto que eso puede contaminar la relación con el hijo, “de tal manera que, cuando me cuentan algo, no contesto como padre, sino que esas heridas emocionales que yo tengo o tenía se las he generalizado a mis hijos”.

“¿Qué es ser padre?”, se cuestiona García Soriano. Ser padre es “haber sabido limitar cuáles eran mis problemáticas personales para poder escuchar y atender cuáles son las problemáticas y necesidades de mis hijos a lo largo de la evolución y de sus fases de crecimiento”. En este sentido, ejercer como padre, dice, “en ocasiones es poder hablar con ellos de los temas en concreto y otras veces sin necesidad de hablar con ellos, ellos saben que yo estoy ahí porque he cumplido a lo largo de esa evolución”.

Emociones, Familia, Hij@s, Psicología

Seis mitos sobre el pelo que pueden afectar a nuestra autoestima

La falta o el exceso de cabello y hasta su color o estilo han generado y generan en muchas personas falta de autoestima. Igual que hay una belleza normativa respecto al cuerpo, también la hay respecto del cabello y quien no corresponde con ella, puede sufrir complejos. El psicólogo Sergio García afirma: «Detrás de este tema se esconde la belleza de uno mismo y cómo uno se posiciona frente al mundo. Y por lo tanto, cuando hablamos de estética hablamos de integración, hablamos de belleza y hablamos de una identidad propia a través del pelo. Por lo tanto, no es un tema baladí, sino que es un tema muy importante y fundamental en cada uno de nosotros».

En Objetivo Igualdad hemos repasado algunos de los mitos o sesgos que la cultura occidental impone sobre el cabello, sobre todo el de las mujeres.

Más femenina si tiene melena

La femineidad a menudo se ha asociado a una melena larga y abundante. Existe el sesgo inconsciente de que una mujer sólo puede estar calva si está gravemente enferma. Por eso, las mujeres con alopecia sufren un estigma especialmente duro, mucho mayor que los hombres. Ellas se quejan de que muchas personas asumen que padecen cáncer. Existe un gran desconocimiento sobre los tipos de alopecia que puede tener una mujer. Los más comunes son la alopecia androgenética -la que genera la calvicie en los hombres- que también se puede dar en mujeres, o la alopecia areata, autoinmune.

A la creadora de contenido Carlota Quiroga le diagnosticaron alopecia androgenética con 14 años: «Se intentaba aparentar que no me pasaba nada y al mismo tiempo yo me veía completamente atravesada por ello, desde mi apariencia a medicamentos a tener que llevar a cabo rutinas y por supuesto, miradas indiscretas de gente que no comprendía que me estaba pasando», recuerda.

Quiroga reconoce que, ya adulta, vivía esa situación con sufrimiento: «Yo me autocastigaba de alguna forma poniendo en duda mi profesionalidad. Me acuerdo perfectamente el momento de mirarme en un ascensor subiendo a la oficina y pensar quién me iba a tomar a mí en serio, si tenía el pelo como lo tenía, si se me asomaba el cartón, si tenía sus huecos». Pudo optar por ponerse una peluca, pero decidió raparse: «Llega un momento de mi vida en el que otras cosas se vuelven más importantes y hace que mi cabeza haga un click literalmente y decida raparme para apropiarme un poquito de qué es lo que yo ponía ahí fuera, qué es lo que representaba para mí mi propia imagen».

El rapado es un castigo

Tan asociada está la cabellera a la identidad femenina que en las guerras y en otros entornos, se ha utilizado el rapado del pelo como uno de los mayores ataques que se podía infligir a la dignidad de una mujer. Es cierto que en los campos de concentración nazis y otras concentraciones masivas de personas se las ha rapado con la explicación de la higiene, para que no proliferaran los piojos. Pero este rapado tiene más connotaciones.

Es el caso de las represalias sobre las mujeres republicanas tras la guerra civil española. «El rapar a las mujeres en las guerras tenía que ver con quitarles su dignidad, tenía que ver con castigarlas, Tenía que ver con una mirada en la cual yo soy el responsable y te voy a eliminar todo lo que tenga que ver con tu singularidad. Es decir, no solamente te eliminó el cabello… De esa manera, también te estoy diciendo eres mía, estás bajo mi yugo», explica el psicólogo Sergio García.

En cambio, como reacción a esa sujeción de la femineidad, en diversas épocas de la historia se ha utilizado el rapado como un signo de empoderamiento femenino o de mostrar que se puede ser mujer por encima de los estereotipos. Y es que no siempre la imagen de femineidad dependía del cabello natural. En el Antiguo Egipto, tanto hombres como mujeres de clase alta se rapaban y utilizaban pelucas como moda. En las últimas décadas, la imagen rapada de artistas famosas como Sinead O’Connor, Sigourney Weaber o Demi Moore ha abierto puertas. También muchas mujeres feministas y lesbianas han utilizado el rapado de forma transgresora.

La rubia es angelical… o tonta

En la tradición europea se asocia el pelo rubio con la inocencia, la bondad y la belleza. Puede parecer una cuestión de gustos particulares, pero el trabajo de la investigadora y profesora de la Universidad de Vigo, Nuria Bouzas Loureiro, arroja resultados sorprendentes. Ha estudiado cuentos infantiles clásicos como Caperucita Roja, Rapunzel, La Bella Durmiente, Blancanieves… Salvo en este último caso, en la mayoría de los cuentos originales no se especifica el color del cabello de los personajes. En cambio, cuando se analizan las ilustraciones de esos cuentos a lo largo del tiempo: «Siempre se ha recurrido a identificar el pelo dorado en las mujeres que representan el ideal a seguir, las princesas, las niñas que necesitan ser salvadas, etc». Esa bondad que se asocia con el pelo rubio degenera a veces en otro estigma: el de la «rubia tonta», porque se une la inocencia que se le supone a la mujer rubia a una postura la infantiliza y la considera inferior.

La cruz de esta moneda está en los personajes con cabello oscuro. En su investigación, Bouzas ha constatado también que: «Para aquellos personajes que representan, por así decirlo, la maldad femenina o lo que no hay que hacer, cómo no hay que actuar, siempre se recurre a coloraciones como el negro y el rojizo también».

El pelo rojo en la mujer se liga al mal y la brujería desde la Edad Media y es el color por excelencia de la mujer fatal en innumerables cuadros e ilustraciones. Respecto a la identificación de la melena con la femineidad, Bouzas recuerda que en la historia del arte europeo cambian los tipos de cuerpos de las mujeres según los gustos de cada época, pero el cabello de la mujer bella siempre es representado largo.

Pelo largo y desinhibición sexual

«Se ha recurrido a asociar el pelo largo con la idea de libertad, de desinhibición, la sexualidad o incluso con situaciones en las que normalmente se considera que se pierden las formas o que se rompe con las normas. En cierto sentido, al contrario, el pelo recogido o el pelo corto, el pelo atado lo solemos identificar con la idea de de recatamiento, de saber estar», explica Nuria Bouzas, autora del ensayo «Lo que el pelo dice de nosotras» (Dardo, 2023) junto con Susana Cendán Caaveiro.

«Hay una relación del cabello y con el erotismo. El poder pensarlo de esa manera tiene que ver con una mirada masculina. En el fondo, no ha habido una mirada femenina hasta el último siglo. Por lo tanto, ha sido la mirada masculina aquella que escribía y aquella que ponía los estándares de la belleza«, explica Sergio García. Esto sucede también en otras culturas, como la musulmana o la hebrea, que estigmatizan como pecaminoso el pelo femenino e imponen a las mujeres su ocultación bajo velos o pelucas.

Racismo contra las melenas afro

El cabello también pude revelar diferencias de clase o incluso racismo. Es el caso del pelo afro que, en EE.UU. ha sido uno de los elementos de opresión de la población afroamericana. El rechazo a este tipo de pelo por la mayoría blanca ha dado lugar a discriminación de jóvenes en los entornos educativos e incluso a problemas laborales. Muchas mujeres se han visto obligadas por una presión no explícita a alisarse el pelo y acercarse a la tipología de persona blanca para poder acceder a un empleo o determinadas posiciones sociales.

La activista Gisette Rosas explica: «Esto tiene que ver con un concepto que se llama violencia estética y violencia institucional, sobre todo a la hora de aplicar para empleos, a la hora de estar en ciertos espacios de estudio o espacios profesionales, incluso espacios médicos. Hay compañeras activistas que han denunciado que se encuentran en sus espacios de trabajo, que son enfermeras o trabajadoras de la salud, donde se les reclama, se les cuestiona el uso del pelo de alguna u otra manera». No sólo sucede en entornos de trabajo de oficina. Rosas cita como ejemplo la falta de gorros de uniformidad en hostelería hechos para una cantidad de pelo como el suyo.

A esto se une que el pelo rizado natural en general y el pelo afro en particular han estado ausentes de la representación en revistas de belleza o peluquería, etc., como si no existieran.

Rosas explica que en España existe una tolerancia mayor y que el pelo afro suscita más curiosidad que otra cosa, pero lamenta la dificultad de poder cuidarlo: «No encontramos los productos, no hay peluquerías especializadas para nuestro pelo. Ahora cada vez mucho más, y eso es una fortuna. Pero hasta hace unos cinco o seis años yo diría que era más complejo encontrar quien te cuidara el pelo y como sobre todo llevarlo de manera natural».

Canas: Te vas a echar 20 años encima

Otra imposición bastante común es la que empuja a las mujeres a teñirse para aparentar una eterna juventud. La frase: «Te vas a echar 20 años encima» resuena todavía en la cabeza de mujeres que deciden dejar de teñirse. La pandemia del COVID-19 ha marcado un antes y un después y muchas mujeres optaron por comenzar a lucir sus canas naturales. En este caso también, el ejemplo de famosas como Andy MacDowell, Helen Mirrell, Ángela Molina, Meryl Streep o Jane Fonda ha sido determinante.

Este caso, el de las canas, es uno de los que mejor representan la diferencia de estereotipos. Mientras que a los hombres con canas naturales siempre se les ha visto atractivos y en ellos representaban sabiduría y experiencia, su estigmatización en las mujeres correspondían a ese edadismo que hace todavía que las mujeres se vuelvan invisibles cuando cumplen cincuenta años.

Afortunadamente, ese estereotipo, como otros muchos, está desapareciendo poco a poco.

Actitudes, autoestima, mujeres, Psicología, sesgos

¿Por qué son hombres el 81% de las personas que mueren ahogadas en España?

En todas las comunidades autónomas se ahogan más hombres que mujeres. Un psicólogo, dos socorristas y un superviviente de ahogamiento nos explican cómo la temeridad aumenta considerablemente la posibilidad de morir.

Félix Llorente tiene 71 años y en octubre de 2024 pasó una semana en la UCI intentando sobrevivir a un ahogamiento
Todos los días pasa horas nadando y ejercitándose en la playa Cala Major de Palma de Mallorca, pero no recuerda qué le pasó ni qué lo llevó a tragar tanta agua el día en que casi muere. Hoy solo tiene palabras de agradecimiento para los socorristas que salvaron su vida y aconseja ser menos temerario en el agua, el comportamiento por el que ocho de cada 10 víctimas mortales de ahogamiento son hombres.
Cada día de 2025 impone un nuevo récord de ahogados fallecidos y el 81,25% son hombres. Detrás de este fenómeno hay varias causas, pero la más señalada es la falta de prevención.
Un concepto que incluye a los bañistas y a toda la sociedad en general, pues los expertos del sector lo utilizan para definir un abanico de condicionantes que van desde no entrar a la playa bajo los efectos de las drogas, hasta la inexistencia de medidas coercitivas o de campañas de concienciación
Hombres como Llorente, que alardea de sus habilidades acuáticas, no necesitan casi morir para entender “que debemos respetar el mar”.

8 de cada 10 víctimas de ahogamiento son hombres

Fallecidos por ahogamiento en el agua en lo que va de 2025, según sexo. Datos hasta el 10 de
septiembre.

De acuerdo con un artículo de la revista científica Emergencias,
los hombres tienen el doble de probabilidades de ahogarse que las mujeres y la mortalidad en países de bajos ingresos triplica la de países de altos ingresos. “La mortalidad por ahogamiento está infraestimada y la morbilidad desconocida.
La prevención es el factor clave para la reducción de la mortalidad y morbilidad, pero si esta falla, la rapidez y calidad del tratamiento tanto prehospitalario como hospitalario determinarán el pronóstico”, precisa el estudio realizado en 2019 por tres profesores de la Universidad de Santiago de Compostela.
El psicólogo madrileño Sergio García, quien ha tratado con supervivientes y familiares de fallecidos por ahogamiento, señala que los hombres en la adolescencia pueden desarrollar conductas temerarias
para defenderse así mismos y mostrarse más masculinos y valientes. Las mujeres, al contrario, “tienen una psiquis que las impulsa más a mantenerse vivas, y se conocen mucho mejor a sí mismas. Esto se puede ver muy bien en los adolescentes, porque ellas son las que antes maduran”.

La valentía sin sentido como sinónimo de muerte trágica

Entre el 1 de enero y el 10 de septiembre de 2025 murieron ahogadas 384 personas en aguas españolas, según datos facilitados a este diario por la Campaña contra el ahogamiento del Gobierno de Canarias. Al frente de esa campaña destaca el buzo y rescatista profesional (campeón mundial en este apartado),
Eduardo Blasco. Él admite que al haber más turismo y más bañistas era de esperar que aumentaran los ahogados en España, pero el crecimiento de los fallecidos (471 en 2024) ha sido tan desproporcionado ,que superaremos los 500 mucho antes de lo previsto. Otra causa es la falta de vigilancia en las playas, donde ocurren la mayoría de los siniestros, pero aunque se vigile cada palmo de arena lo más importante es lo que hace el bañista, matiza el especialista.


“La temeridad es un factor determinante en el ahogamiento”, explica Blasco, especializado en rescates en alta mar. “No se pueden asegurar todos los cuerpos de agua. La inmensa mayoría de las playas, lagos y pantanos españoles no tienen vigilancia. Solo Canarias, por ejemplo, tiene 1.500kilómetros de costa, al igual que Galicia. En mi opinión es extremadamente ineficiente poner vigilancia en costas sin playas y el resto de sitios no autorizados para el baño. La gente no se puede meter en ellos.
Hay que concentrar los recursos en aquellas zonas donde haya más probabilidades de que ocurran ahogamientos”

Mientras Blasco conversa con este diario, le llegan notificaciones al móvil alertando de un nuevo siniestro. “Acaba de fallecer un hombre en Telde ,Gran Canaria”, lamenta el buzo. Así pasan los días y las víctimas aumentan sin que se delimiten responsabilidades o se tomen medidas concretas. Mientras tanto, hay circunstancias aún más preocupantes, como la huelga sostenida por los socorristas de la ciudad de Barcelona durante 27 días este verano.

«Los hombres somos más estúpidos que las mujeres en el agua. Nos creemos más valientes»

De ahí que Llorente, el superviviente mallorquín, se considere un privilegiado. Dice que tuvo mucha suerte para sobrevivir después de haber permanecido flotando durante varios minutos en la playa. Los socorristas lo reanimaron durante 20 minutos en la arena. Hoy reconoce sin tapujos la mala pasada que le jugó haberse confiado: “Los hombres somos más estúpidos que las mujeres en el agua. Nos creemos más valientes y ellas son más inteligentes. Yo paso mis días en el mar haciendo de todo y ese día no sé qué me pasó que me encontraron flotando en el agua a poca profundidad. El mar estaba picado y no recuerdo qué sucedió. Llevo toda la vida en el mar y jamás me había pasado algo parecido. Es muy peligroso bañarse en el mar picado. Ahora cuando lo veo así me da miedo”.

Como psicólogo, García señala que hombres apasionados del mar y buenos nadadores son un perfil común en este tipo de siniestros: “Esto tiene que ver con las conductas temerarias que desarrollan los hombres para verse más masculinos y valientes, termina siendo un rasgo implícito de la personalidad. El ser humano es terrestre y cuando está en el espacio aéreo o acuático las conductas temerarias son más sustantivas. El instinto de supervivencia nos haría detenernos ante el peligro, pero los hombres temerarios no lo ven. Llama la atención que la mayoría de las víctimas sean hombres mayores, que deberían ser más prudentes, pero quizás quieren demostrar que tienen la fuerza y la consistencia de cuando tenían 30 años”.


García recomienda tratar la temeridad con sumo cuidado y asistir a terapia si fuese necesario , porque suelen ser personas que están en contra o no valoran lo suficiente su propia vida. “Hay que revisar a estas personas para saber por qué se exponen así. Muchos llegan a consulta tras la presión de sus familiares, que le exigen, por ejemplo, no adelantar de manera brusca en la carretera. Los familiares de las víctimas mortales quedan muy tocados porque creen que podían haber hecho algo para impedir la tragedia, y rara vez reconocen las imprudencias que cometió su ser querido. Cuando alguien muere suele vérsele con cierto halo de santidad”.

Federico Oberti, un rescatista argentino de 38 años que trabaja en Ibiza, también señala la elevada frecuencia con que ve actitudes envalentonadas de bañistas hombres: “Hay cosas que prácticamente solo hacen los hombres en la playa. Veo cómo a diario se tiran desde lugares peligrosos, intentan nadar grandes distancias sin saber hacerlo o utilizan barcas para adentrarse en el mar sin las condiciones adecuadas. Los varones terminan asumiendo riesgos innecesarios para muchas veces demostrar algo o llamar la atención”.


En cuanto a los menores de edad (fallecieron 49 por ahogamiento en los primeros ocho meses de 2025), deben extremarse las medidas de prevención.
La OMS recomienda vigilar directamente a los menores de seis años y enseñarlos a nadar. También pide promover la “seguridad acuática”, un concepto en el que incluye mejorar la gestión del riesgo de inundaciones ,cumplir las normas de navegación o colocar barreras en las piscinas. La Policía Nacional va un paso más allá y especifica cuán celosos debemos ser al vigilar a los menores en áreas de baño. “Mira a tu peque cada 10 segundos como mínimo y a una distancia que puedas recorrer en 20 segundos como máximo, detalló la Policía en X a mediados del verano sobre lo que denominan “regla del 10/20”.

Otro problema radica en la incertidumbre con las cifras reales de ahogamientos, porque es prácticamente imposible contabilizar todas las personas que se ahogan en contextos en los que suelen intervenir muchos factores. “Tenemos un problema impresionante para acceder y cotejar los datos que dan las consejerías autonómicas, el Gobierno central u otras organizaciones públicas o privadas”, explica Blasco. “Muchas veces no se contabilizan como ahogamientos casos que sí lo son. Si alguien se diese un golpe y cayese al agua, un forense tiene que determinar de qué murió, o a veces se pierde el cuerpo y eso provoca que varíen las cifras de fallecidos. La Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo es una organización deportiva y tiene una capacidad limitada. El Gobierno central debería llevar un control más exhaustivo de estas muertes, como han hecho las autoridades de Canarias, porque no es sostenible que aquí haya más muertes por ahogamientos que por tráfico”.

Qué se puede hacer para que haya menos ahogados

La temeridad es lo que hace que el perfil del ahogado en España sea un varón de entre 40 y 55 años, detalla Blasco, aunque el rango etario con más víctimas en 2025 es el de 65 a 74 años. “Los hombres suelen practicar más deportes acuáticos, pesca submarina y pesca convencional, por eso se exponen más”, continúa Blasco. “Hay más hombres que mujeres saltando de lugares peligrosos. Creo que
debería existir un sistema que impidiera entrar borrachos o con niños pequeños a la playa. Los socorristas deberían tener más competencias administrativas para fiscalizar a las personas que cometen delitos en la playa. Todos entienden que soy un irresponsable si dejo a mi hijo solo en la carretera, pero no piensan lo mismo si lo dejo en la playa”.


Blasco considera que los socorristas tienen las manos atadas. Una persona que se mete al agua violando una bandera roja y no sale cuando se lo indica el socorrista, puede permanecer ahí hasta que llegue la policía, pero “no deberíamos llegar a tanto”. “El socorrista debería poder registrar e identificar a estos sujetos para que su informe y su trabajo en general tengan más validez. Ahora solo tiene dos alternativas: arriesgar su vida para salvar a alguien que ya alertó, o dejar que se ahogue. De ahí que debería crearse una tercera vía, dándoles la capacidad de fiscalizar lo que hacen las personas. De lo contrario caemos en batallas de bar y de relato sobre quién hizo qué, y esto es demasiado serio como para dejarlo a consideración de un bañista irresponsable que debería ser multado si no hace las cosas bien”.

El trabajo de los socorristas también se complica por ciertos esterotipos o creencias falsas que existen en torno a las víctimas de ahogamiento. Para empezar, generalmente no gritan ni piden auxilio con claridad y puede ser muy difícil diferenciar a una persona que flota a placer de otra que yace inconsciente sobre la superficie del agua. Ese escenario idílico, en el que alguien se ahoga y termina rescatado en segundos por un vigilante bronceado y fornido, viene de productos televisivos y cinematográficos como la serie Los vigilantes de la playa, que arrasó en audiencias durante los años 90.

Hay que cambiar muchas cosas en torno al baño recreativo en España, opina Blasco, porque el concepto que se maneja “apenas ha mutado desdelos años 70”. Los bañistas no tienen claro cuáles son los elementos de flotación homologados y algunos creen que pueden bañarse hasta la cadera con bandera roja. Otros entran en sitios que no están habilitados para el baño y, por ende, no cuentan con ningún tipo de vigilancia o sistema de protección. El gráfico anterior muestra los escenarios donde han ocurrido en 2025 las muertes por ahogamiento en España, destacando las playas.


“No hay una campaña sobre ahogamientos en la televisión como la de la DGT para los accidentes de tráfico y no está prohibido bañarse drogado”, lamenta Blasco. Hay que educar a la gente para que sepa que es muy fácil morir ahogado, y cómo funciona realmente el mar. Otra cosa es que en las escuelas no se enseña a brindar primeros auxilios, y eso es algo que podría ayudar a reducir las muertes por ahogamiento en hasta un 30%”. Por último, Blasco denuncia que el ratio de socorristas en España se calcula actualmente por la población de los municipios y en muchos no se tiene en cuenta la cantidad de turistas que llegan. “A veces los ayuntamientos son muy pequeños y no pueden asumir gastos grandes en ampliar la plantilla de socorristas. El socorrismo debería ser una profesión más valorada. Ni siquiera existe una regulación unificada de cómo se debe contratar o no a un socorrista. Las concesiones de las playas en España se hacen por concurso y siempre ganan las empresas que menos presupuesto demanden, por eso cobramos poco y no recibimos una adecuada formación. El resultado es un trabajador que está mal pagado, mal preparado y mal dotado de medios, porque no le van a poner la mejor moto y torre de playa a un tipo que se está jugando la vida por 1.200 euros al mes. Todo esto afecta al pobre señor que se está ahogando”.

© TITANIA COMPAÑÍA EDITORIAL, S.L. 2025. España. Todos los derechos reservados

accidentes, Patologías, Psicología

La oratoria y sus inhibiciones

El psicólogo Sergio García Soriano escribe un nuevo artículo para EFEsalud dentro de su serie “Psicología de la vida cotidiana”, que centra en la oratoria y el miedo a hablar en público

La oratoria y la dificultad para hablar en público es el tema que aborda el psicólogo Sergio García Soriano en un nuevo artículo dentro de la serie “Psicología de la vida cotidiana”.

La oratoria y sus inhibiciones

por Sergio García Soriano

El miedo a hablar en público o pánico escénico está relacionado con personas que tienen altas exigencias sobre sí y generan “inhibiciones” sobre su decir. Además de acudir a un psicoterapeuta, uno de los antídotos pasa por tener confianza y trabajar el tema.

Hay diversos mitos como pensar que hay que controlar las palabras con exactitud o que hay que dominar la puesta en escena o decir cosas interesantes poniendo el foco exclusivamente en el que habla.

Hoy sabemos que el orador tiene que disfrutar y haber trabajado el tema que quiere exponer y se tiene que dejar llevar por el contenido siguiendo la estructura propuesta y pudiendo improvisar en la misma.

La sensación de autenticidad se produce cuando el que habla se deja sorprender por lo que dice haciendo cada exposición ligeramente diferente a la anterior aunque sea similar propuesta.

Y el interés lo debe poner el público. No hay temas interesantes a priori sino que es un esfuerzo o posición a realizar desde el que escucha. Esta realidad permite relajar la comunicación quitando parte de la exigencia sobre el conferenciante.

Los grandes comunicadores aceptan esta consideración grabándose sus “clases” para luego escucharlas sabiendo que el sentido final del acto se realiza en el escuchante.

La oratoria está relacionada con la psiquis, no es solo cuestión de hablar fluidamente con “técnicas”, sino que nuestra autoestima y seguridad en nosotros y en el futuro están muy mezcladas a la hora de expresarnos.

Psicología y oratoria

“El discurso del rey”. película basada en hechos reales, aborda como el rey de Inglaterra acepta su “tartamudez” con la ayuda del “terapeuta del habla” y como llega a consolidarse como líder viendo la importancia de la comunicación efectiva en un momento de crisis social y política.

De igual manera, el cantante Miguel Bosé expone que perdió la voz cuando se perdió a sí mismo por problemas afectivos y cómo recuperándose emocionalmente ha podido volver a hablar al público y cantar.

Algunos de los ejercicios que se recuerdan para relajar al conferenciante es que imagine al público desnudo o que haga estrategias nemotécnicas de memorización.

Sin embargo, la realidad es que algunas de estas estrategias pueden distraer al ponente de su cometido: contar una historia.

Cuando se practica y uno cree en lo que dice se genera una automatización o naturalización del discurso necesaria para una buena transmisión. Cuando uno mejor cuenta una historia es cuando no se da cuenta de que la ha contado o la está contando.

EFEsalud, patología, Psicología, Salud mental

¿Pero por qué votan a la extrema derecha tantos jóvenes?

Primer mandamiento: “Ataca, ataca, ataca”

Segundo:  “No admitas nada y niega todo”

Tercero: “No importa lo que suceda, reclama la victoria y nunca aceptes la derrota”

Estos son las reglas que se exponen en Ángeles de América una función teatral estadounidense de 1991 que ha avanzado el lema de nuestros días de parte de la ultraderecha internacional.  ¿Pero cómo hemos llegado a esto?

Se pueden analizar varios elementos de lo sucedido. El sujeto psíquico se compone de masculino y femenino en cada uno de nosotros, nuestro fenotipo, expresividad, nuestras maneras conjugan esas dos formas, la acción y la receptividad y más allá del sujeto biológico dan un humano complejo y en combinación de caracteres. Aquellos participantes de la ultraderecha muestran una masculinidad muy marcada, parecen masculinos masculinos como si negasen una parte de la femeneididad consustancial a todo humano. Después en su discurso y en el género de sus dirigentes se palpa una ausencia de la mujer más allá de la madre y también ausencia de mujeres en las listas electorales.

Por otro lado, cuándo preguntan pero ¿por qué entre los chicos jóvenes tiene cierto éxito, es que no ha impregnado la escuela y su valores de tolerancia en esta generación? La extrema derecha está vendiendo “odio” al inmigrante y odio a una parte de nuestro propio país y eso es muy atractivo para un sector de la juventud que necesita líderes de opinión y sentirse integrados y la extrema derecha ha conseguido esto. Dan una expectativa para conquistar nuevas “tierras” y ponen el “honor” como bandera. Es probable que el gran calado que tiene sea entre una población que ya tenía el odio como emoción preferente antes de ellos y que ahora puede canalizar de una manera socialmente aceptable. Insultar o ridiculizar a Sánchez se ha convertido en ciertas poblaciones en una exposición de “hombría” que sirve como elemento socializador y genera pertenencia a un grupo. Pero ¿por qué odiaban antes de la extrema derecha? Lo que más odio produce es sentir que uno no va a poder mantenerse salarialmente en el mundo. Son personas que alguna vez pensaron que no iban a poder ganarse el sustento o el pan y eso ha producido en ellos ese odio, no es que solamente odien al extranjero o diferente, lo odian como síntoma de que ellos pensaron en que no podían mantenerse a sí mismos y ven como otros si lo hacen. Sin embargo, en vez de reflexionar sobre las deficiencias del sistema como argumento complejo buscan una cabeza de turco que les separe de ese sentimiento de no valía primero. Sentir  falta de amor  produce tristeza pero pensar que no seré capaz de ganarme el sustento produce “odio”.

Por otro lado, el sentimiento de “ser español” está muy presente de tal manera que es un sentimiento intensificado donde se confunde “ser franquista” con el sumun del sentimiento españolista. Cómo si hubiese diferentes grados de españolidad o cómo si sólo fuera un sentimiento ser español. Ser español es también pagar los impuestos en nuestro país y consumir en nuestro país, eso me alía con la población, con sus productos, con su manera de pensar. Si analizásemos a varios de esos grupos de jóvenes que espetan “con Franco se vivía mejor” podemos ver que el vínculo generalmente con el abuelo es fuerte aunque el abuelo ya no viva pero ellos han generado esa ligazón afectiva hacia su figura y más allá de esa aseveración que hacen no pueden desarrollar más argumentario. No obstante, sería legítimo exponer motivos o razones de un lado u otro pero lo interesante es que hay una idea de “volver al pasado” como si esto fuera posible, el siglo XXI tiene sus propios ciclos y estábamos en un mundo globalizado querer volver al pasado, querer regresar al proteccionismo o al feudalismo nos saca de la economía y de la idea de prosperidad que ha conseguido el capitalismo y la democracia. Querer regresar al pasado o  a la infancia de uno sería querer regresar a los brazos de la madre y la autoridad del padre del ordeno y mando, donde todas nuestras necesidades estaban cubiertas sin ser responsables pero no es lo que procede para ninguno de nosotros en pleno 2025.

El avance de los extremismos viene precedido de un fracaso del sistema que no pudo ilusionar y dar mejores opciones de futuro a nuestros jóvenes y éstos deciden romper el sistema desde dentro votando a la opción radical que posiblemente empeore la situación para jóvenes y la población general.

Por Sergio García, psicólogo.

democracia, política, sentimiento

Mitomanía, el trastorno psicológico que dice sufrir Frank Cuesta

“No tengo cáncer”, “nunca he rescatado animales”, “no soy veterinario”, confiesa el televisivo Frank Cuesta en un vídeo en sus redes sociales. Reconoce que todo ha sido parte de un “show” y que se le ha ido de las manos por sufrir “un grave problema de mitomanía y ego”. ¿En qué consiste este trastorno psicológico?

Frank Cuesta, que decía tener un santuario de animales rescatados en Tailandia y que se hizo famoso en televisión por ser un experto, dice ahora que ni es veterinario, ni herpetólogo (especializado en anfibios y reptiles) y que en realidad tenía una granja con animales comprados.

Pero también dice haber mentido sobre la supuesta leucemia que padecía y ahora asegura que es una mielodisplasia.

EFEsalud ha consultado con fuentes de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH) que explican que una mielodisplasia o un síndrome mielodisplásico es un cáncer sanguíneo que, además, puede tener el riesgo de evolucionar hacia una leucemia en el 10-20 % de los casos y que afecta a personas con una media de edad de 76 años.

Mentiras patológicas

Las falsedades reconocidas por el presentador del programa “Frank de la jungla” se deben, según apunta, a un problema de mitomanía, un trastorno psicológico que consiste en un “exceso de mentira patológica” y de narcisismo.

Lo explica Sergio García, portavoz del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid: “Esas mentiras son para conseguir algo, se creen su propio delirio”.

El psicólogo apunta a que, en muchas ocasiones, la mitomanía puede responder a mentir de forma compulsiva pero también puede perseguir un beneficio.

“En la literatura de la Psicología se recoge la relación del mentiroso compulsivo con una baja autoestima. Necesita decir mentiras para atraer la atención y la admiración sobre él”, indica el psicólogo.

Y esa baja autoestima no es incompatible con un alto ego: “El anverso y el reverso de la moneda tiene que ver con tener mucho ego y al mismo tiempo creerse inferior. No me creo importante y a partir de ahí elaboro un gran personaje para llamar la atención”.

Los mitómanos, en general, “son personas que están delirando y que nos hacen ver un personaje ególatra, que quiere ser el centro del mundo”.

Y además hay un componente de narcisismo al querer ser el centro de atención y “me invento una vida que no tengo”.

Este psicólogo sanitario pone como ejemplo de personaje histórico con mitomanía y narcisismo a Napoleón.

El especialista asegura que el afectado no suele reconocer que padece trastorno psicológico alguno y que es su entorno el que propicia que acuda a terapia.

Es necesario aplicar una terapia cognitiva para llegar a la raíz del problema: “Averiguar por qué ha necesitado elaborar un personaje ególatra para poder sobrevivir” y después conseguir que lo asuma, concluye Sergio García.

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