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“Ahora me culpo menos”: cinco personas cuentan qué les ayudó a pasar una ruptura amorosa

De cada ruptura se puede aprender, así que hemos preguntado a varias personas por qué lecciones extraen de los adioses en su vida: dejar de considerar el fin de una relación como un fracaso o buscar una nueva afición, entre las cosas que aligeraron sus duelos “Salir con un géminis es un desastre” o por qué ni la autoayuda ni los astros solucionan nuestras relaciones fallidas

La pantalla del móvil se enciende para mostrar una notificación nueva. Lo coges rauda; llevas una hora en ascuas esperando que tu amiga terminara esa conversación tan importante que necesitaba tener con su pareja y para la que todos los pronósticos eran funestos. Lees el mensaje: lo han dejado. Suspiras porque sabes que tu amiga está sufriendo y, peor, que le espera un proceso de duelo en el que va a experimentar todas las inseguridades y miedos de su vida elevados al cuadrado. 

Las rupturas se sufren, incluso aunque haya habido un duelo durante la relación, pero hay formas de evitar que el fin de un vínculo amoroso termine con las personas exintegrantes de la pareja viviendo como si estuvieran en las primeras escenas de El diario de Bridget Jones. De cada ruptura se puede sacar un aprendizaje para que la próxima despedida sea más leve, así que hemos preguntado a varias personas por sus lecciones aprendidas tras romper una relación.

Azul (27 años) cuenta que vive las rupturas “con más tranquilidad” al haber eliminado la connotación de fracaso que acompaña a estos procesos, sabiendo que romper un vínculo amoroso no tiene por qué ser un adiós para siempre. A Brezo (28) le viene bien un primer periodo de contacto cero y después hablar con su expareja y saber cómo le va, dice que eso le ayuda a controlar su propia ansiedad e inseguridades. Ana (23) aprovecha el tiempo que se libera tras finalizar la relación para practicar alguna afición para la que antes no tenía hueco en su agenda. Y a Estrella (31), que prefiere no dar su nombre real, le ayuda ponerse de acuerdo con su expareja para gestionar los espacios comunes y aprovechar esos momentos en los que coinciden para chequear qué tal están y qué necesitan; un cuidado mutuo que aligera el duelo.

Sergio García Soriano, psicólogo especializado en relaciones de pareja, cuenta que muchas personas tienen interiorizado un guion de cómo debe ser una ruptura que puede ser “demasiado taxativo” y tener “mucha moralina”. “Tendemos a pensar en el daño y este se puede producir, pero no tiene por qué ocurrir siempre. Existen rupturas alegres donde hay espacio para el redescubrimiento de sí mismo y para agradecer lo aprendido con la otra persona”, asegura el especialista.

El fracaso

Una de las nociones comunes sobre las rupturas es cada vez que dos personas deciden separar sus caminos ha habido un fracaso, ya sea a la hora de elegir pareja o de cumplir los estándares de qué se supone que hay que ofrecer a la otra persona. “Las viejas normas nos dicen que si una relación ya no funciona es porque alguien ha debido de hacer algo mal, que tiene que haber une culpable, que tal vez hemos cometido un terrible error”, explica Dossie Easton, autora de Ética promiscua, en el prólogo de Rupturas y no monogamias. Causas, prevención y supervivencia, traducido al castellano este año por Continta me tienes.

A Azul la connotación de haber fallado en una relación le pesaba mucho a la hora de pasar el duelo tras la ruptura y desterrar esta idea le permitió llevar mejor el dolor tras la separación: “Ya no tengo esa sensación de no haber sido suficiente y me culpo menos”, cuenta. Como respondía la antropóloga Margaret Read al ser preguntada por los motivos del “fracaso” de sus tres matrimonios: esas relaciones no podían ser fallidas, alegaba la mujer, porque le aportaron buenos momentos en su vida.

“Es muy común en consulta que la gente venga con la palabra fracaso en la boca, pero no continuar con una relación que en ese momento no estaba produciendo felicidad no tiene por qué ser un fallo”, opina García Soriano. El psicólogo aboga por cambiar el paradigma y entender que “el fracaso habría sido no amar”, además de hacer el ejercicio de reconocer que en cada relación se aprende: “Somos historias de aprendizaje e historias de amores”.

Tendemos a pensar en el daño, y este se puede producir, pero no tiene por qué ocurrir siempre. Existen rupturas alegres donde hay espacio para el redescubrimiento y agradecer lo aprendido con la otra persona. Sergio García Soriano — psicólogo

Contacto cero ¿indefinido?

El contacto cero es una de las recetas más manidas para las rupturas. García Soriano lo recomienda “en ocasiones” para que “cada cual pueda reflexionar sobre lo que ha pasado”, pero no es necesario alargar el periodo de no comunicación ad infinitum. Brezo decidió romper todo contacto con su expareja al dejarlo y eso le sirvió para “rehacer” su vida, pero al poco tiempo se dio cuenta de que ese consejo, extendido indefinidamente, solo le provocaba ansiedad e inseguridades. 

“Cuando tenía 23 años rompí con un chico y me vino bien el contacto cero, pero tengo ansiedad y no saber nada de esa persona me acabó rayando”, relata la chica afirmando que se le despertaron “todos los traumas” con la ruptura. “Yo estaba en una muy mala etapa de mi vida y me volví obsesiva con si estaría saliendo con alguna persona nueva. Al mes de dejarlo di el paso de hablar con él directamente en vez de preguntar a amigos en común y me dijo que estaba viéndose con una chica con la que yo tenía muchas inseguridades. Esa información me dolió, pero que me lo explicitara y me tuviera en cuenta me ayudó a superar el duelo”, cuenta Brezo, que añade que saber que estaba saliendo con otra persona —aunque doliera— le calmó la culpa por haber dejado a su expareja.

Volverse a llevar: sí o no

Los malestares se acumulan en la relación de pareja entre Adèle y Emma hasta que una infidelidad hace estallar la situación y se rompe uno de los noviazgos más populares de la historia del cine de las últimas décadas. Un tiempo después de la ruptura, el personaje que da nombre a la película La vida de Adèle acude a una exposición de su expareja donde constata que, aunque ahora estén en buenos términos, ya no hay espacio para la una en la vida de la otra. Adèle sale de la exposición y camina hasta difuminarse en el fondo de la imagen. Se aleja así de la cámara y de Emma, poniendo el broche final a una relación que en la novela gráfica en la que se basa el filme se especifica que dura unos 13 años.

Mi ex me dijo que estaba viéndose con una chica con la que yo tenía muchas inseguridades. Esa información me dolió, pero que me lo explicitara y me tuviera en cuenta me ayudó. Brezo — 28 años

La mayoría de referentes culturales que tenemos muestran que la relación entre dos personas que dejan de ser pareja se diluye (o se trunca) y desaparece. Esta opción es la preferida por muchas personas, pero cuantas más posibilidades queden abiertas tras la ruptura, “más diseminado” puede quedar el duelo, explica el psicólogo García Soriano. Eso le pasa a Azul, que cuenta cómo dejar la monogamia le facilitó salir del ‘todo o nada’ relacional, y esa es una de las claves que le permiten afrontar las rupturas con más calma.

“Algo que me daba mucha pena en mis rupturas monógamas era saber que pierdes a la persona y que solo va a permanecer en el recuerdo, pero ya no tiene por qué ser así y eso me hace vivir el duelo de forma menos heavy”, cuenta Azul. Ahora, la escala de grises de la anarquía relacional le posibilita modificar una relación en vez de terminar en un contacto cero indefinido. Así le ha ocurrido con una ruptura que sufrió, tras seis años de relación, en abril de 2024: después de un proceso de duelo, ambas partes están retomando la relación “con la tranquilidad de no tener que cumplir una lista de expectativas [de pareja o expareja] determinadas, sino la lista que tú haces con esa persona”.

Transiciones cordiales

La relación de Senda (pseudónimo) con su expareja hacía aguas por todos lados en el momento en que cortaron en junio de 2022. Tras dos años y medio de relación, quedaba claro que Senda no estaba pudiendo cumplir las expectativas de pareja que tenía su entonces novia y la situación se hizo insostenible. La ruptura fue una “detonación controlada”, afirma Senda, porque ambas coincidían en que la relación no funcionaba “con esas conductas y esa intensidad”, pero tenían la intención de poder encontrar en un futuro la forma de volver a llevarse.

Cuatro meses después de romper empezaron a quedar para “procesar juntas” cómo había sido la relación y ponerse al día. Este contacto, que ayudó a Senda en su duelo, fue evolucionando con el tiempo y ahora, dos años después de la ruptura, ella y su expareja mantienen una relación “esporádica” en la que tienen “mucha confianza y cariño”. 

La terapeuta Kathy Labriola denomina a este tipo de rupturas “transiciones cordiales”. Esta forma de modificar la relación, que para algunas personas sonará tan ideal como irrealizable, “normalmente solo es posible si ambas partes se han comportado bastante bien antes de la ruptura y hay mucho respeto y confianza mutuos”, cuenta Labriola, autora también del ya citado Rupturas y no monogamias, a elDiario.es.

Otros intereses y relaciones

¿Quién no ha pasado alguna vez por esas rupturas que imposibilitan hablar de cualquier cosa que no sea el dolor por la pareja que ya no está? Y, ¿quién no se ha sentido sobrepasada o sobrepasado por una amistad doliente a la que parece que nada le ayuda? En estos casos y para ambas partes, García Soriano aconseja no repetir el discurso del duelo “a todas horas” con amistades y también pide a las personas del entorno que tengan cuidado en no etiquetar a alguien como “el que está en una situación de ruptura” porque esa persona es “muchas más cosas” además de su dolor.

Está bien que nos cuiden en un momento de ruptura, pero cuidar a otras personas o tener otras responsabilidades también puede hacer que sobrellevemos mejor el duelo por la pareja que ya no está. Esto le pasó a Estrella, que no se aisló socialmente después de romper con quien había sido su pareja durante tres años y medio. No es que pasara por alto el proceso que estaba atravesando, pero cuenta que sí mantenía su agenda de trabajo, activismo y amistades, y que esa combinación le ayudó a sobrellevar el sufrimiento de la ruptura. “En un momento de pérdida te puedes centrar en las otras cosas que hay en tu vida. Cuanta más vida creada, más apoyos y cosas que den sentido a tu vida tengas, mejor se llevan los duelos”, opina Estrella.

En un momento de pérdida te puedes centrar en las otras cosas que hay en tu vida. Cuanta más vida creada, más apoyos y cosas que le den sentido tengas, mejor se llevan los duelos. Estrella (pseudónimo) — 31 años

En este sentido, Azul cuenta que mantener otros vínculos significativos también le ha ayudado en rupturas. Si la persona con la que ya no te llevas era una parte de tu vida, pero no un todo, las rupturas se hacen más sencillas, explica, aunque recalca que eso no significa que dejen de doler porque “cada relación es diferente”.

Nuevas aficiones

Kathy Labriola considera que el autocuidado es la “primera y principal táctica” para abordar una ruptura. La terapeuta recomienda comer bien, dormir lo suficiente, hacer ejercicio y buscar el apoyo de amistades (y acudir a terapia en caso de que sea necesario). Muchas de las personas entrevistadas por Labriola para su libro relatan que nutrir otros aspectos de sus vidas, como pueden ser otras relaciones o aficiones para las que antes no tenían tiempo, son clave.

“Algo que me sirve mucho tanto en rupturas de pareja como de amistad es empezar un nuevo hobby cuando termino con una persona. Es una manera de decir ‘voy a transformar el tiempo que pasaba con esta persona o el dolor que tengo en una actividad que yo siempre haya querido hacer y no haya tenido tiempo para realizarla”, cuenta Ana. Pone como ejemplo una ruptura que vivió en pandemia, hace cuatro años: “Empecé a hacer tazas y ceniceros de cerámica. Era una forma de canalizar el dolor porque mientras moldeaba iba reflexionando cosas en torno a la ruptura, pero no me quedaba parada en el sillón llorando. Quería acompañar la tristeza de algo bonito que me ayudara a transitarla y que no se fuera todo pensar y reflexionar”, resume.

Cómo repartimos los espacios

En algunas rupturas se suceden situaciones espinosas en el plano social porque ninguna de las personas exintegrantes de la pareja quiere coincidir con la otra. En el peor de los casos, hay choques por qué espacios pertenecen a quién y qué amistades deberían quedar o dejar de quedar con cada cual. Sin embargo, gestionar los espacios y las situaciones de forma cordial puede venir bien durante el duelo porque sentirse cuidada por la otra persona “es necesario” a la hora de tener una “ruptura civilizada”, dice García Soriano, psicólogo especializado en relaciones de pareja.

En el caso de Estrella, tanto su expareja como ella compartían espacios de activismo que ninguno de los dos quería abandonar, aunque entendían “que una pudiera quedarse al margen durante un tiempo” y se chequeaban por si iban a coincidir en algún evento, siempre “desde el cariño”.

Empecé a hacer tazas y ceniceros de cerámica. Mientras moldeaba iba reflexionando cosas en torno a la ruptura, pero no me quedaba parada en el sillón llorando. Quería acompañar la tristeza de algo bonito que me ayudara. Ana — 23 años

Esa “intención de cuidar” ayudó mucho a Estrella tras la ruptura: “Tener una vía de comunicación y la intención de contarnos si íbamos a coincidir y preguntarnos qué necesitábamos me calmó mucho”, dice. Y cree que, si no hubiera sido así, se habría agobiado mucho o habría dejado de acudir a esos espacios comunes.

“Toda nuestra relación de pareja se había basado en una comunicación muy directa y honesta, y eso se trasladó a la situación de haberlo dejado”, resume Estrella. El trato cordial durante la ruptura y la gestión de espacios posterior ha permitido que ella y su expareja puedan compartir espacios sin problema y ahora tengan una buena relación como compañeros de militancia.

Psicología, Relaciones de pareja

¿Qué tiene de cierta la expresión «me han roto el corazón»?

Este miércoles (14 de febrero) ha sido San Valentín, y nosotros creemos que celebrar el amor es siempre buena idea. Ya sea amor de pareja, amor fraternal, amistad o amor por los animales, todas son formas de amar diferentes, pero igual de válidas, aunque a veces nos pasen por alto.

Sin embargo, algunas fechas señaladas parecen haberse diseñado exclusivamente para celebrar el amor romántico. Esto hace que gran parte de la población se sienta excluida de la festividad, y si estás pasando por un proceso de ruptura o pérdida, aún más.

Los corazones rotos también son habituales en estas fechas. Es probable que tú también hayas dicho alguna vez: “¡Me han roto el corazón!”, refiriéndote a un estado de tristeza que parece acapararlo todo. Pero, ¿y si te decimos que esta expresión se fundamenta en un síndrome real (que, además, tiene que ver con situaciones de estrés inesperadas, como puede ser una ruptura de pareja)? ¡Te lo explicamos!

El síndrome del corazón roto

Hablamos del síndrome de Tako-Tsubo, una patología conocida popularmente como síndrome del corazón roto. Es una enfermedad cardíaca poco frecuente caracterizada por la aparición de insuficiencia cardíaca aguda después de una situación estresante inesperada, sea emocional o física, como por ejemplo, una muerte inesperada, una pérdida económica muy grande, una caída sin poder levantarse durante mucho tiempo o una crisis asmática. Este pico de estrés causa la liberación masiva de adrenalina, que puede dañar temporalmente el corazón de algunas personas.

La patología se presenta de forma similar a un infarto, pero existe una diferencia sustancial: en un infarto, hay una arteria que se bloquea totalmente o casi totalmente, y en el caso del síndrome de Tako-Tsubo, las arterias no están obstruidas. El grupo más afectado son las mujeres posmenopáusicas entre 60 y 75 años que están sanas y sufren un episodio de gran estrés; sin embargo, se desconoce por qué es tan frecuente en ese grupo.

La patología recibe ese nombre porque el ventrículo izquierdo del corazón adopta una forma parecida a un tako-tsubo (en japonés tako significa «pulpo» y tsubo, «recipiente»), una trampa para pulpos que se utilizaba en Japón.

Como ya explicamos, el síndrome del corazón roto es una situación temporal y las alteraciones son reversibles. De hecho, algunos estudios afirman que la reversión es completa y que la recuperación se da sin necesidad de aplicar un tratamiento. Sea como fuere, si sospechas que tienes algún problema en el corazón, ¡lo mejor será consultar a un profesional!

No hay medias naranjas: tú ya eres la pera

En el libro El banquete o El simposio, Platón habla del amor y transmite una idea que seguro que todos conocéis: “El hombre primigenio era redondo (…) y teníamos 8 extremidades y 2 cerebros, y fuimos divididos por los Dioses. Así que nos pasamos la vida intentando encontrar esta otra mitad”, explicaba Edith Hall, profesora del Departamento de Clásicos e Historia Antigua de la Universidad de Durham (Reino Unido), en un capítulo de Historia de las ideasun podcast de la BBC (minuto 2).

La idea que se desprende de ese mito es que estamos condenados a vivir toda la vida tratando de encontrar nuestra otra mitad (literalmente), la famosa media naranja. Pero esta historia nos da a entender que no se concibe el éxito sin ir acompañado de una relación sentimental satisfactoria y que, por tanto, las personas solteras nunca podrán alcanzar una vida completa.

Esto se trata de una idealización o una falsa creencia de lo que es o debería ser una relación de pareja. Estas creencias propagan conductas de control, posesión, manipulación y aislamiento. «Es una fantasía pensar que se puede encontrar la media naranja«, explica a Verificat Sergio García Soriano, psicólogo, psicoterapeuta y miembro del Colegio Oficial de Psicología de Madrid.

Buscamos «perfiles que nos complementen, y aquí nos equivocamos porque no hay complemento posible, sino que hay que conocerse ya partir de ahí se va produciendo (…) el conocimiento íntimo a nivel personal, a nivel intelectual», añade. “Deberíamos pensar que, por un lado, somos naranjas completas, y por otro, somos naranjas carentes”. Esto quiere decir que «lo que necesitamos está fuera de nosotros en muchísimas ocasiones: tenemos que salir a buscarlo y saber que hay una carencia, pero no tiene que ver con la media naranja».

Si el mito fuera cierto, “podríamos pensar que deberíamos escrutar muchas posibles medias naranjas, y entonces deberíamos realizar una búsqueda muy amplia. (…) [Pero] la gente se empareja con personas del mismo municipio, de la misma calle, es decir, que hay una proximidad [física] y a partir de ahí surge”. Por tanto, concluye García Soriano, “es un mito romántico“.

EFEsalud, Emociones, Psicología, Relaciones de pareja

“Si cumples 25 años ya no puedes ser novia de Leonardo DiCaprio” o la normalización del ‘complejo de Lolita’

rtículo recogido integramente en eldiario.es

El actor ha iniciado una nueva relación con la modelo Vittoria Ceretti confirmando así una inclinación extensible a otros hombres famosos: emparejarse con alguien mucho más joven; algo que no interpretamos y juzgamos de igual manera cuando es una mujer quien rebasa la edad de la otra persona.

Cada persona tiene sus propias ideas sobre qué es el amor. Está comprobado que se trata de un sentimiento químico: la dopamina actúa como neurotransmisora para hacernos sentir placer y atracción. Pero también se trata de un tipo de afecto abstracto, ya que está en la personalidad y experiencia de cada cual sentir y actuar de una manera u otra; sea con una pareja sentimental, con un amigo o con un familiar.

Crecemos con las ideas románticas de que “un clavo saca a otro clavo” o de que “cuando estás enamorado no hay límites”. “El amor no tiene edad”, dicen, “no elegimos de quién nos enamoramos”. Y, entre los refranes más conocidos sobre este sentimiento, está el de “ni abril sin flores ni juventud sin amores”, haciendo alusión a que durante la adolescencia las personas suelen enamorarse más. Pero hay quienes se saltan el dicho y parecen llevar esa norma a la espalda durante toda su vida, enamorándose de personas mucho más jóvenes. Y, en algunos casos, repetidas veces.

En numerosas ocasiones hemos visto cómo a la comunidad de Instagram, de X (antes Twitter) o de TikTok, le llama la atención este tipo de relaciones. Las que más virales se hacen al publicarse decenas de titulares o centenares de memes son en las que un hombre famoso empieza a salir con una chica llamativamente más joven que él. 

En la prensa del corazón española encontramos a Kiko Matamoros, de 66 años, quien se casó a principios del pasado verano con Marta López Álamo, modelo e influencer de 26; se sacan 40 años. Otra pareja cuya diferencia de edad fue ampliamente comentada es la que formaban la modelo Laura Escanes y el presentador Risto Mejide, quienes se conocieron cuando ella tenía 19 años y él 41. Este es un patrón que repite el actor y productor de cine Leonardo DiCaprio con sus novias, y no parece cansarse de él. Hace poco conocíamos que su nueva pareja es Vittoria Ceretti, una reconocida modelo italiana de 25 años. Ella ha roto con la ‘norma’ que ha seguido el estadounidense de dejar a sus novias cuando cumplen el cuarto de siglo por otra más joven, aunque él siga cumpliendo años. 

Desde mediados de los años 90 hasta la actualidad, DiCaprio ha tenido más de una decena de parejas sentimentales. En la adolescencia fue la modelo Bridget Hall quien le robó el corazón con 17 años, tres menos que él. Con 23, época de estreno y explosión de la exitosa película Titanic, el actor tuvo varias parejas (todas menores de 25 años) pero ninguna estable. En el año 2000 comenzó una relación con la supermodelo brasileña Gisele Bündchen, la cual no llegó a los cinco años de duración, justo cuando ella cumplía los 25. Tras esa ruptura conoció a Bar Refaeli, 10 años menor que él. Estuvieron juntos hasta 2009, cuando la actriz y presentadora israelí soplaba las velas de sus 25 años.

Tras varios romances pasajeros, DiCaprio empezó a salir con la modelo Camila Morrone, hasta que decidieron ponerle fin a una relación de cinco años; algo que ocurrió dos meses después de que ella cumpliese los 25. Su última pareja conocida antes de Ceretti fue la modelo estadounidense Megan Roche; ella tenía 22 años, 26 menos que él. No parecen necesarios más ejemplos para observar con claridad que el famoso actor lleva un patrón en sus relaciones condicionado por la edad de las mujeres con las que empieza a salir y, sobre todo, la edad que tienen cuando decide dejarlas por otra. 

En redes sociales su comportamiento ha sido ampliamente comentado, aparte de convertirse en material de primera para memes. “Titanic ha hecho 25 años, ya es más vieja que cualquiera de las novias de Leonardo DiCaprio”, comenta una usuaria. “Qué lindo DiCaprio preocupándose por el medioambiente, se nota que quiere un planeta mejor para sus próximas novias”, escribe otra siguiendo el juego.

Otros crean infografías con estadísticas que reflejan el anecdótico límite de edad de las parejas en cuestión, e incluso existen hilos con teorías sobre el tema: “DiCaprio no le termina a sus novias cuando cumplen 25, sino que ellas llegan por fin al nivel de madurez necesario para visualizar con más herramientas la relación que tienen con un tipo estancado emocionalmente que podría ser fácilmente su papá y se largan de ahí”, escribe una joven en X. 

Se normalizan las parejas con diferencia de edad, pero solo si ellos son mayores

Existen distintas investigaciones que concluyen que, en términos generales, a mayor diferencia de edad, menor posibilidad de que la pareja funcione. Sin embargo, seguimos encontrando el llamado ‘complejo de Lolita’, nombrado así a partir de la novela de Nabokov (hombres a los que les gustan las mujeres con aspecto aniñado), tanto en el mundo de los famosos como en nuestro día a día.

Para la socióloga especializada en diversidad e igualdad Raquel Jiménez Manzano, que se normalicen este tipo de relaciones entre dos personas con gran diferencia de edad tiene que ver “con algo tradicional”. “Que un hombre sea mucho mayor que una mujer en una relación siempre ha existido y se ha justificado con la diferencia en base a la diferencia del proceso madurativo. Es decir, siempre se ha señalado que, en general, los hombres maduran más tarde que las mujeres y, por tanto, la diferencia de edad estaría compensada por la madurez”, sostiene.

Si históricamente hemos normalizado que el hombre sea el mayor, también deberíamos hacerlo al revés y dejar de ridiculizarlas

«Si históricamente hemos normalizado que el hombre sea el mayor, también deberíamos hacerlo al revés y dejar de ridiculizarlas«Raquel Jiménez Manzano — socióloga especializada en igualdad y diversidad

Aunque entendamos que “los hombres se acercan a mujeres más jóvenes por intereses sexuales”, para la socióloga “cada vez hay menos diferencias entre los pensamientos y el físico a diferentes edades”, por lo que entiende la normalización de estas relaciones. Por contra, señala que esta normalización no existe cuando la mujer es la mayor sino que, por el contrario, se la juzga de manera pública.

“Los distintos juicios que se hacen en función del género de la persona mayor están relacionados con los estereotipos de género. Por ejemplo, en el caso de Nicholas Sarkozy y Carla Bruni, donde la diferencia de edad era de 13 años y, en el caso de Emmanuel Macron y su mujer Brigitte, donde la diferencia es de 24 años —ella mayor que él—, los comentarios hacia Briggitte fueron muy, muy desagradables. Sin embargo, cuando se da el caso contrario la gente lo ve como que la persona joven (una chica) está buscando estabilidad y experiencia. Si históricamente hemos normalizado que el hombre sea el mayor, también deberíamos hacerlo al revés y dejar de ridiculizarlas”, reflexiona Jiménez Manzano.

Aunque la experta lamenta que se hagan juicios de estas relaciones sentimentales, sea la persona mayor de un género u otro, cree que “no debemos caer en las ideas del amor romántico de que es una fuerza que lo puede todo”. “En este tipo de relaciones, llega un momento en el que la persona mayor deja de ser una persona adulta para convertirse en una que necesita cuidados cuando su pareja aún está en otra etapa vital de tener nuevas experiencias, algo que puede romper relaciones que se creían totalmente consolidadas”, dice.

No podemos saber qué hay exactamente tras el comportamiento de estas personas más mayores que sus parejas. Según Sergio García Soriano, psicólogo especializado en vínculos de pareja, sí pueden barajarse diferentes patrones. “La mente es compleja”, dice, “puede que sea simplemente un gusto personal hacia personas más jóvenes pero, en este caso [el de DiCaprio], acabar el análisis aquí se quedaría corto. Si existe una condición sine qua non de que sus parejas sean extremadamente jóvenes puede tener varias lecturas”.

El psicólogo plantea diferentes motivaciones que podrían responder a, desde el gusto de una persona madura por la inocencia infinita y un afán por enseñar su experiencia a diferentes personas, a un deseo de no bajar el ritmo ni la pasión sexual que se ha sentido desde los 20 años; hasta un complejo inconsciente de la eterna juventud si se observa esta conducta desde la mirada psicoanalítica. 

“Una pareja más joven siempre revitaliza la vida sexual de aquellas que llegan a los 50 años, y es algo que podemos ver habitualmente porque socialmente está bien visto. Muchos lo ven como un ‘trofeo’ porque para ellos significa algo prestigioso poder enamorar a chicas jóvenes. Sin embargo, en este caso debemos considerar la posible existencia de un complejo de Edipo”, sostiene García Soriano refiriéndose a los casos en los que la diferencia de edad podría corresponderse con la de un padre y una hija. “El incesto es algo que hemos superado a lo largo de los siglos, pero en ocasiones puede tener algo que ver en nuestros comportamientos diarios”.

«En este tipo de relaciones, llega un momento en el que la persona mayor deja de ser una persona adulta para convertirse en una que necesita cuidados cuando su pareja aún está en otra etapa vital, algo que puede romper relaciones que se creían consolidadas».Raquel Jiménez Manzano — socióloga especializada en diversidad e igualdad

Según García Soriano, en la mayoría de los casos y sobre todo en las relaciones sentimentales, buscamos más el carpe diem que un enamoramiento sin fecha de caducidad. “La motivación de las chicas que salen con DiCaprio seguramente tenga que ver más con una fantasía erótica y con el vivir el día a día de un amor romántico que con la búsqueda de un proyecto de futuro. Ellas también pueden estar buscando una figura paterna en su pareja —nuevamente una característica del complejo de Edipo—, a sabiendas de que todo será a corto o medio plazo porque él aún actúa como si tuviese relaciones adolescentes”, opina García Soriano.

Otro rasgo atribuible a algunos de estos casos, según el psicólogo, es el del complejo de Peter Pan. Aplicado a este tipo de situaciones, este se explica por un cambio en la actitud de la persona más mayor que se empieza a comportar como alguien más joven con el fin de seducir al otro: cambios en la vestimenta, en los sitios frecuentados y hasta en la forma de hablar para acercarse los códigos generacionales que les son ajenos. “Una persona de 20 años se puede enamorar de una de 60, aunque en ocasiones esas parejas no duren por las diferencias en sus momentos vitales y necesidades”, concluye García Soriano.

Psicología, Relaciones de pareja

El Arte de la Pareja, Encuentros y Desencuentros

En el crudo día invernal, los puercoespines de una manada se apretaron unos contra otros para prestarse mutuo calor. Pero al hacerlo así, se hirieron recíprocamente con unas púas y hubieron de separarse. Obligados de nuevo a juntarse por el frío, volvieron a pincharse y a distanciarse. Estas alternativas de aproximación y alejamiento duraron hasta que les fue dado hallar una distancia media en la que ambos males resultaron mitigados”Arthur Schopenhauer

¿Quién no se ha planteado alguna vez, cuál es el secreto de mantener una relación de pareja? ¿Por qué nos emparejamos? ¿Cómo elegimos pareja? Entre las fuentes de felicidad que exponemos, siempre decimos que tener una relación de pareja es fuente de satisfacción pero también sabemos que la ruptura acerca a nuestras consultas a gran parte de nuestros pacientes puesto que han quedado “desorientados”, como cuando alguien queda sin su “droga”

¿Qué está sucediendo? ¿Por qué no sabemos “gestionar estas emociones”? ¿”Gestionar emociones” es un mantra de los medios de comunicación pero nadie sabe hacerlo?

Vamos por partes, elegimos pareja por motivos que no sabemos aunque pensemos que hemos seleccionado por su belleza, por su emprendimiento…elegimos de manera narcisista ¿esto qué quiere decir? ¿Por qué elijo a Juanita en vez de a Margarita? Pues habitualmente, tiene que ver con rasgos que nos recuerdan a nosotros mismos, el enamorado percibe  cómo la otra persona era en el pasado, cómo es en el presente o cómo será en el futuro y se siente identificado/a. No hay elección al azar. Y además la estadística nos recuerda que nos casamos o emparejamos con personas cercanas en el espacio, del mismo barrio, de la misma ciudad, del mismo pueblo…llama la atención como para una decisión tan importante: ligar dos vidas, no seamos muy exhaustivos en las pesquisas que realizamos…

Nos emparejamos para hacer un proyecto de vida o para paliar la soledad.  A veces, la efusividad del enamoramiento nos indica cómo de solos nos encontrábamos antes. A lo largo de la historia, entre otros, filósofos, poetas y psicoanalistas,  han intentado dar decálogos del amor o comprender este estado afectivo, podemos ver “El arte de amar” de Erich Fromm o de Ovidio.

Lo que nosotros los psicólogos mostramos es que hay varias etapas en el enamoramiento, podríamos decir que pasamos del “enamoramiento” al “amor”…¿esto qué quiere decir? Pues que en la primera fase del enamoramiento, uno se deja llevar por la pasión, por el flirteo, por lo erótico y sexual para a lo largo del tiempo (2 años máximo) pasamos a que lo importante no es tanto “la química”, sino el proyecto en común, los intereses de ambos, la dirección hacia la cual se dirigen… se cae la venda de los ojos y comienza una relación mas “compleja”.  Sternberg en su teoría triangular del amor expone que los componentes de toda pareja son la intimidad, la pasión y el compromiso. Y qué en el desarrollo de la pareja se van entrelazando y potenciando mas unos componentes que otros.

¿Qué hace la terapia de pareja con la complejidad de una pareja? ¿Hay pie para la reconciliación?

Cuando los dos miembros de la pareja vienen a consulta, es más sencillo poder intervenir. No obstante algunas de las ideas que hay que combatir o analizar son las relacionadas con la “media naranja”, nadie ha nacido para ser la media naranja de la otra persona, las relaciones se producen en un momento determinado y no podemos tiranizar a que la otra persona me resuelva la vida en muchos ámbitos, la pareja se convierte en el terapeuta, el abogado, el fontanero, el albañil…esa máxima exigencia no beneficia la  continuación del matrimonio.

Otra indicación frecuente, es que piensan que la psicoterapia va a cambiar al partenaire y ellos piensan que vienen a consulta de “colaboradores” y para que funcione la psicoterapia de pareja tienen que poner de su parte AMBOS. Alguna vez tuve que indicarles: -pero ustedes han venido a “mejorarse” o han venido para vencerse- los juegos de poder entre ellos, pueden llegar a extremos perniciosos para la convivencia. Cierto es que Kubrick nos decía que el lenguaje del amor y el lenguaje de la guerra es el mismo. Pero no se pueden sobrepasar extremos de violencia psicológica o física que merman la autoestima y autonomía de sus miembros.

Y la otra señalización que es frecuente en las consultas, tiene que ver con “las familias de origen de ambos” los juegos de poder han hecho que de manera interna e involuntaria en ocasiones, estén compitiendo por “mi familia es mejor que la tuya” expresado en “tus padres se quedan más con nuestras hijas/os que los míos” “Nos regalan más cosas en Reyes, tus padres que los míos”… añadido a esto, la invasión que algunos suegros y suegras o cuñados/as hacen en las jóvenes parejas. Donde a veces, éstos han hecho problemas de cuestiones que a priori no lo eran pero que la idiosincrasia familiar no ha facilitado el desenvolvimiento del hombre y de la mujer. Es decir, la pareja ha hecho suyos problemas que son de sus familiares y eso repercute en ellos.

Para finalizar, simplemente exponer que el terapeuta se pone de parte de la pareja, pero en ocasiones, son necesarias las rupturas y aprender a separarse a través de la palabra va a permitir que el duelo sentimental sea mas leve y permita volver a amar de manera sana próximamente.

Bibliografía:

Yela García, Carlos (2000) . El amor desde la psicología social : ni tan libres, ni tan racionales. Madrid: Pirámide

Fromm, Erich. (1959). El arte de amar. Barcelona: Paidós.

Ovidio Nasón, Publio (2016). Arte de amar. Barcelona: Austral.

Sternberg, R. J. (2004). A Triangular Theory of Love. In H. T. Reis & C. E. Rusbult (Eds.), Close relationships: Key readings(pp. 213-227). Philadelphia, PA, US: Taylor & Francis.

Psicología, Relaciones de pareja