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Etiqueta: Actitudes

Seis mitos sobre el pelo que pueden afectar a nuestra autoestima

La falta o el exceso de cabello y hasta su color o estilo han generado y generan en muchas personas falta de autoestima. Igual que hay una belleza normativa respecto al cuerpo, también la hay respecto del cabello y quien no corresponde con ella, puede sufrir complejos. El psicólogo Sergio García afirma: «Detrás de este tema se esconde la belleza de uno mismo y cómo uno se posiciona frente al mundo. Y por lo tanto, cuando hablamos de estética hablamos de integración, hablamos de belleza y hablamos de una identidad propia a través del pelo. Por lo tanto, no es un tema baladí, sino que es un tema muy importante y fundamental en cada uno de nosotros».

En Objetivo Igualdad hemos repasado algunos de los mitos o sesgos que la cultura occidental impone sobre el cabello, sobre todo el de las mujeres.

Más femenina si tiene melena

La femineidad a menudo se ha asociado a una melena larga y abundante. Existe el sesgo inconsciente de que una mujer sólo puede estar calva si está gravemente enferma. Por eso, las mujeres con alopecia sufren un estigma especialmente duro, mucho mayor que los hombres. Ellas se quejan de que muchas personas asumen que padecen cáncer. Existe un gran desconocimiento sobre los tipos de alopecia que puede tener una mujer. Los más comunes son la alopecia androgenética -la que genera la calvicie en los hombres- que también se puede dar en mujeres, o la alopecia areata, autoinmune.

A la creadora de contenido Carlota Quiroga le diagnosticaron alopecia androgenética con 14 años: «Se intentaba aparentar que no me pasaba nada y al mismo tiempo yo me veía completamente atravesada por ello, desde mi apariencia a medicamentos a tener que llevar a cabo rutinas y por supuesto, miradas indiscretas de gente que no comprendía que me estaba pasando», recuerda.

Quiroga reconoce que, ya adulta, vivía esa situación con sufrimiento: «Yo me autocastigaba de alguna forma poniendo en duda mi profesionalidad. Me acuerdo perfectamente el momento de mirarme en un ascensor subiendo a la oficina y pensar quién me iba a tomar a mí en serio, si tenía el pelo como lo tenía, si se me asomaba el cartón, si tenía sus huecos». Pudo optar por ponerse una peluca, pero decidió raparse: «Llega un momento de mi vida en el que otras cosas se vuelven más importantes y hace que mi cabeza haga un click literalmente y decida raparme para apropiarme un poquito de qué es lo que yo ponía ahí fuera, qué es lo que representaba para mí mi propia imagen».

El rapado es un castigo

Tan asociada está la cabellera a la identidad femenina que en las guerras y en otros entornos, se ha utilizado el rapado del pelo como uno de los mayores ataques que se podía infligir a la dignidad de una mujer. Es cierto que en los campos de concentración nazis y otras concentraciones masivas de personas se las ha rapado con la explicación de la higiene, para que no proliferaran los piojos. Pero este rapado tiene más connotaciones.

Es el caso de las represalias sobre las mujeres republicanas tras la guerra civil española. «El rapar a las mujeres en las guerras tenía que ver con quitarles su dignidad, tenía que ver con castigarlas, Tenía que ver con una mirada en la cual yo soy el responsable y te voy a eliminar todo lo que tenga que ver con tu singularidad. Es decir, no solamente te eliminó el cabello… De esa manera, también te estoy diciendo eres mía, estás bajo mi yugo», explica el psicólogo Sergio García.

En cambio, como reacción a esa sujeción de la femineidad, en diversas épocas de la historia se ha utilizado el rapado como un signo de empoderamiento femenino o de mostrar que se puede ser mujer por encima de los estereotipos. Y es que no siempre la imagen de femineidad dependía del cabello natural. En el Antiguo Egipto, tanto hombres como mujeres de clase alta se rapaban y utilizaban pelucas como moda. En las últimas décadas, la imagen rapada de artistas famosas como Sinead O’Connor, Sigourney Weaber o Demi Moore ha abierto puertas. También muchas mujeres feministas y lesbianas han utilizado el rapado de forma transgresora.

La rubia es angelical… o tonta

En la tradición europea se asocia el pelo rubio con la inocencia, la bondad y la belleza. Puede parecer una cuestión de gustos particulares, pero el trabajo de la investigadora y profesora de la Universidad de Vigo, Nuria Bouzas Loureiro, arroja resultados sorprendentes. Ha estudiado cuentos infantiles clásicos como Caperucita Roja, Rapunzel, La Bella Durmiente, Blancanieves… Salvo en este último caso, en la mayoría de los cuentos originales no se especifica el color del cabello de los personajes. En cambio, cuando se analizan las ilustraciones de esos cuentos a lo largo del tiempo: «Siempre se ha recurrido a identificar el pelo dorado en las mujeres que representan el ideal a seguir, las princesas, las niñas que necesitan ser salvadas, etc». Esa bondad que se asocia con el pelo rubio degenera a veces en otro estigma: el de la «rubia tonta», porque se une la inocencia que se le supone a la mujer rubia a una postura la infantiliza y la considera inferior.

La cruz de esta moneda está en los personajes con cabello oscuro. En su investigación, Bouzas ha constatado también que: «Para aquellos personajes que representan, por así decirlo, la maldad femenina o lo que no hay que hacer, cómo no hay que actuar, siempre se recurre a coloraciones como el negro y el rojizo también».

El pelo rojo en la mujer se liga al mal y la brujería desde la Edad Media y es el color por excelencia de la mujer fatal en innumerables cuadros e ilustraciones. Respecto a la identificación de la melena con la femineidad, Bouzas recuerda que en la historia del arte europeo cambian los tipos de cuerpos de las mujeres según los gustos de cada época, pero el cabello de la mujer bella siempre es representado largo.

Pelo largo y desinhibición sexual

«Se ha recurrido a asociar el pelo largo con la idea de libertad, de desinhibición, la sexualidad o incluso con situaciones en las que normalmente se considera que se pierden las formas o que se rompe con las normas. En cierto sentido, al contrario, el pelo recogido o el pelo corto, el pelo atado lo solemos identificar con la idea de de recatamiento, de saber estar», explica Nuria Bouzas, autora del ensayo «Lo que el pelo dice de nosotras» (Dardo, 2023) junto con Susana Cendán Caaveiro.

«Hay una relación del cabello y con el erotismo. El poder pensarlo de esa manera tiene que ver con una mirada masculina. En el fondo, no ha habido una mirada femenina hasta el último siglo. Por lo tanto, ha sido la mirada masculina aquella que escribía y aquella que ponía los estándares de la belleza«, explica Sergio García. Esto sucede también en otras culturas, como la musulmana o la hebrea, que estigmatizan como pecaminoso el pelo femenino e imponen a las mujeres su ocultación bajo velos o pelucas.

Racismo contra las melenas afro

El cabello también pude revelar diferencias de clase o incluso racismo. Es el caso del pelo afro que, en EE.UU. ha sido uno de los elementos de opresión de la población afroamericana. El rechazo a este tipo de pelo por la mayoría blanca ha dado lugar a discriminación de jóvenes en los entornos educativos e incluso a problemas laborales. Muchas mujeres se han visto obligadas por una presión no explícita a alisarse el pelo y acercarse a la tipología de persona blanca para poder acceder a un empleo o determinadas posiciones sociales.

La activista Gisette Rosas explica: «Esto tiene que ver con un concepto que se llama violencia estética y violencia institucional, sobre todo a la hora de aplicar para empleos, a la hora de estar en ciertos espacios de estudio o espacios profesionales, incluso espacios médicos. Hay compañeras activistas que han denunciado que se encuentran en sus espacios de trabajo, que son enfermeras o trabajadoras de la salud, donde se les reclama, se les cuestiona el uso del pelo de alguna u otra manera». No sólo sucede en entornos de trabajo de oficina. Rosas cita como ejemplo la falta de gorros de uniformidad en hostelería hechos para una cantidad de pelo como el suyo.

A esto se une que el pelo rizado natural en general y el pelo afro en particular han estado ausentes de la representación en revistas de belleza o peluquería, etc., como si no existieran.

Rosas explica que en España existe una tolerancia mayor y que el pelo afro suscita más curiosidad que otra cosa, pero lamenta la dificultad de poder cuidarlo: «No encontramos los productos, no hay peluquerías especializadas para nuestro pelo. Ahora cada vez mucho más, y eso es una fortuna. Pero hasta hace unos cinco o seis años yo diría que era más complejo encontrar quien te cuidara el pelo y como sobre todo llevarlo de manera natural».

Canas: Te vas a echar 20 años encima

Otra imposición bastante común es la que empuja a las mujeres a teñirse para aparentar una eterna juventud. La frase: «Te vas a echar 20 años encima» resuena todavía en la cabeza de mujeres que deciden dejar de teñirse. La pandemia del COVID-19 ha marcado un antes y un después y muchas mujeres optaron por comenzar a lucir sus canas naturales. En este caso también, el ejemplo de famosas como Andy MacDowell, Helen Mirrell, Ángela Molina, Meryl Streep o Jane Fonda ha sido determinante.

Este caso, el de las canas, es uno de los que mejor representan la diferencia de estereotipos. Mientras que a los hombres con canas naturales siempre se les ha visto atractivos y en ellos representaban sabiduría y experiencia, su estigmatización en las mujeres correspondían a ese edadismo que hace todavía que las mujeres se vuelvan invisibles cuando cumplen cincuenta años.

Afortunadamente, ese estereotipo, como otros muchos, está desapareciendo poco a poco.

Actitudes, autoestima, mujeres, Psicología, sesgos

Perfil victimista, la cultura de la queja

Hay víctimas, aquellas que han sufrido un daño objetivo y otras con “rol de víctima”, de perfil victimista, que se atribuyen una ofensa y organizan la propia vida en torno a este rol social.

Con el victimismo, se busca el reconocimiento social desde un estilo de de atribución externo que se sustenta en el siguiente pensamiento: “Yo soy la víctima y tengo la razón, vuestro dolor o vuestro punto de vista es inferior al mío”.

De tal manera que estas personas se sienten con el derecho de comportarse de forma agresiva y egoísta puesto que, según ellos, su alto sufrimiento justifica cualquier acto.

¿Cuál es el perfil de una persona victimista?

  1. Personalidad ansiosa que fomentan alta vigilancia hacia el entorno, aunque tengan una baja empatía hacia los demás.
  2. Muestran una baja autocrítica hacia sí mismos y, sin embargo, se muestran intolerantes con los errores de los demás.
  3. Pesimismo. Tienden a exagerar los aspectos negativos y generan un malestar familiar o del entorno por ello, obviando puntos de vista más complejos de la realidad. Entran dentro del esquema maniqueo bueno/malo. Y enlazan con el planteamiento de que la víctima es siempre la buena y existe un halo de superioridad moral del que participan.
  4. Rencor. Aquellas personas que presentan el rol de víctima, tienen varios sentimientos dañinos acumulados de ira y agresividad. Pueden emitir expresiones de desprecio a intolerancia hacia la integridad física y moral de otras personas a las que ella puede considerar culpables por alguna razón.
  5. Tendentes a buscar culpables y con actitud de desconfianza. Pueden generar un trastorno paranoide de la persona en casos graves.
  6. Rumian sobre el pasado. La ofensa percibida está frecuentemente en su mente y en su decir, aunque esta haya sido producida hace años o décadas.

Nuestra sociedad premia discursos cerrados y muy entendibles, sin flecos donde se marque claramente lo protagónico/antagónico.

Los victimistas cuentan detalles íntimos muy llamativos y enarbolan un daño moral muy manifiesto.

La psicoterapia cuestionará esa manera que tuvo la persona de perfil victimista de hacerse a sí mismo para poder cambiar esa herida percibida por una actitud de apología por el otro, donde las necesidades de los demás formen parte también de los propios argumentos de la vida.

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Normalidad y felicidad

Uno de los temas frecuentes del ser humano es el querer “ser normal”. Sería feliz si pudiese…ser normal como los demás. Por ejemplo, tener una casa, ser heterosexual u homosexual, tener una pareja, casarme, un buen trabajo, que me guste el fútbol o la ópera, ser padre/madre… Son los conceptos normalidad y felicidad.

Es decir que ser una persona normal significa ajustarse a los estándares y expectativas establecidos socialmente.  Una conducta es normal cuando se mantiene dentro de la media que engloba al resto de la población. Por ello, tendríamos que introducir otros términos para sustituirla, como la palabra “habitual” para describir nuestro comportamiento, y de esa manera poder entender que lo habitual en términos estadísticos no debería de tener una connotación de normalidad.

Es muy claro con las enfermedades denominadas “raras” cuando lo que se quiere decir realmente es que son “minoritarias” en términos de la población que las padece. Y puede inducir a un etiquetamiento desacertado de la persona. O cuando en las Navidades o en determinados grupos mayoritariamente de gente joven se establece que se rebasen los límites de la ingesta de alcohol o que la ingesta de alcohol sea “normal” en el ocio nocturno. ¿Por qué es lo “normal” una conducta en contra de nuestra propia salud?

El concepto de normalidad puede ser perjudicial. Ya que se mal usa en ocasiones como medidor de lo qué es o no correcto según nuestro punto de vista o el punto de vista dominante. Cuando atribuimos a una persona, conducta o cosa la característica de anormal, suele ir acompañada de sesgos negativos que hacen que veamos como anómalo situaciones que no siempre lo son y a la inversa.

Y ocasionalmente lo anómalo o no, está relacionado con lo cultural o lo familiar. En Occidente es habitual vestirse de oscuro y estar triste en los entierros por la muerte, cuando el color blanco es muy usado en las zonas orientales como Japón, y se hace un homenaje al fallecido celebrando la vida. En Mauritania (África) se hace una fiesta en los divorcios y aquí suele ser un tema desagradable de gestionar y se puede convertir en tabú hablar de ello para no molestar a quien lo está pasando.

Por ello, tendríamos que saber que el ser humano es en transformación. En el sentido que tiene que acceder a una serie de normatividades culturales impuestas y luego tiene que aceptar y desechar aquellas que le potencien o dificulten.

Cuando queremos encorsetarnos en moldes de cómo tenemos que vivir, cómo tenemos que amar o cómo tenemos que ser felices, es posible que no vivamos una vida dichosa sino impostada.

A veces sentirnos marginales fuera de la norma, dispara las enfermedades mentales como las preguntas: ¿Pero por qué no puedo encajar en el grupo de clase? ¿Pero por qué no me dan “likes” a mis post de Instagram? ¿Pero por qué mi cuerpo no se ajusta a lo esperado y sí el de mis amigas/os?

Las distinciones entre los diferentes gustos o preferencias de las personas son buenas para conocernos mejor. A uno le gusta el fútbol, a otro el rugby y a otro el teatro, uno quiere desarrollar una formación profesional y otro una carrera universitaria.

Sin embargo, cuando nos comparamos con el otro, introducimos un elemento de competición donde establezco unos patrones de “presión”. “Quiero tener más coches, más sexo, más casas que él o ella y eso me hace mejor”. Apareció la envidia restándonos felicidad. La única comparación adecuada sería la de cada uno con respecto a sí mismo. Así estaba yo hace unos años y así estoy ahora.

También existe una idea falsa de que para ser feliz en la vida hay que llegar a una “paz mental”. Sin embargo, la vida es en conflicto, el crecimiento de las personas tiene que ver con poder tolerar ciertos conflictos con los demás y consigo mismo, y uno accede a la norma a veces, a través de una rebeldía hacia sus padres valedores de la normatividad o de las generaciones anteriores valedoras de lo que tradicionalmente ha generado felicidad.

Cada generación tiene que luchar por producir sus propias normatividades o reglas, ajenas a veces, a aquellas que tuvieron sus padres o abuelos. Ser familia numerosa, tener más de 4 hijos a principios del siglo XX se veía necesario para repoblar una mermada Europa después de dos guerras mundiales y tener mano de obra barata para cultivar la tierra y al mismo tiempo se veía en la alta reproducción un signo de virilidad en los varones y en ellas, la maternidad era concebida como un destino que otorgaba una identidad en la comunidad junto al matrimonio.

Resolver la cuestión para cada uno Normalidad/Felicidad aceptando las diferencias en los demás y en nosotros mismos ayuda a tener una vida más sana.

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Psicología de la vida cotidiana: Liderazgo, saber abandonar la función

El psicólogo Sergio García Soriano nos introduce en el liderazgo dentro de su serie “Psicología de la vida cotidiana”, y se centra en uno de los aspectos del liderazgo que denomina “Saber abandonar la función”.

Liderazgo, saber abandonar la función

Sergio García Soriano

“Si tu plan no contiene una estrategia de retirada o posterior al ataque…, con toda seguridad caerás prisionero.” (El arte de la guerra. Sun-Tzu)

Siempre nos han dicho que el líder es aquel que tiene “capacidades” para comunicarse de manera eficiente, sabiendo qué se quiere decir y modulando el lenguaje dependiendo del público al cuál se dirige.

Nos han dicho que el líder es aquel que tiene inteligencia emocional y empatiza con sus compañeros teniendo en cuenta la jerarquía que él puede representar.

Se nos ha dicho que él es el que define perfectamente metas y objetivos y que de esta claridad el grupo toma una dirección. Y sabiendo que todas estas características pueden estar presentes en un líder. A sabiendas que está atribución del liderazgo a veces se establece de manera informal, no es infrecuente que en un equipo de fútbol el “capitán” y el “líder” no coincidan. Uno designado por la jerarquía de la organización y otro por las ideas y las acciones que los demás han visto que defiende o que encarna.

Psicología: liderazgo

Sin embargo, cómo el líder piensa el final de su trabajo o de su proyecto hace también que se relacione con los demás de una manera diferente.

Cuando uno sabe cuando poner punto y final a su proyecto y no alarga innecesariamente la tarea entonces tiene una fuerza y una agilidad que no se la da la “formación universitaria o profesional de múltiples conocimientos”.

Ya que no es una cuestión de tener muchas ideas y la máxima formación, sino en qué pensamiento estoy. Tendríamos que respondernos a lo siguiente: ¿Enseño a los demás en el trabajo para que sean auto dependientes o prefiero sentirme útil y supervisar siempre los mismos detalles como en el inicio de la relación laboral?

Aunque no existe una guía para una decisión de estas características. El líder debe saber que en ocasiones está allí para iniciar proyectos nuevos y ponerlos en marcha, el aferrarse a ellos va a detener parte del proyecto y a sí mismo.

Hay que hacer un análisis de costes y beneficios y ver las circunstancias globales en las que uno está inmerso. Si nos pensamos parte de un engranaje más grande que nosotros en vez de pensar que somos insustituibles, será más fácil encontrar el momento de poner un punto final.

Aquí puedes ver otros artículos de la serie de Sergio García Soriano “Psicología de la vida cotidiana”.

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Psicología de la vida cotidiana: microrracismos

En un nuevo artículo de su serie “Psicología de la vida cotidiana”, el psicólogo Sergio García Soriano analiza los microrracismos.

Los microrracismos son comportamientos sutiles que manifiestan discriminación por motivos étnicos. Se suelen dar en personas que a pesar de manifestarse contrarios al racismo, de manera automática les parecen expresiones donde mantienen un tipo de racismo de manera poco intensa.

Esto es un reducto en nuestra manera de pensar donde estaría interiorizado un tipo de supremacismo donde un origen étnico es mejor que otros y expresarían un prejuicio no asumido por la persona.

Veamos algunos ejemplos de microrracismos

1) Ir en el metro o en el bus y cambiarse de asiento por el color de piel de la persona que acaba de ocupar el asiento libre junto al nuestro. De la misma manera, aparece una persona de etnia gitana o negra y automáticamente tocamos nuestro bolso o cartera comprobando que nuestras pertenencias están a salvo.

2) Al dar un servicio, pensar que una persona de otro origen étnico al predominante, no puede pagar el servicio.

3) Pensar “trabajo como un negro para vivir como un blanco”.

4) Preguntar varias veces a los estudiantes negros siendo el profesor, si han entendido la clase.

5) Decir voy a un “chino” en vez de decir voy a un bazar. Ya que tomamos el origen étnico como lo manifiesto frente al lugar donde podemos comprar.

6) Decir me han engañado como a un chino. Asumiendo que un chino es sinónimo de tonto.

7) Afirmar “no soy racista tengo varios amigos negros”.

8) Asumir que una persona es extranjera solo por su aspecto físico. Muchos nietos de inmigrantes tienen que responder frecuentemente a: “pero ¿de dónde eres? o ¿de dónde vienes realmente?

Sin darnos cuenta desde la infancia estamos viendo películas infantiles y guiones juveniles donde se asocia lo bueno con lo claro y lo malo con lo oscuro (ejemplo El rey León).

Los de piel morena o tez oscura suelen ser los malos o los sospechosos y además tienen una diferencia en el acento (les tomamos como extranjeros).

De tal manera que asumimos ciertos códigos “microrracistas” también en nuestra vida que aunque la educación nos intente ilustrar o corregir, pueden ser muy perseverantes y de difícil modificación, ya que nos han dado un sentimiento de pertenencia frente al otro.

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Los Sesgos Psicológicos en la sociedad y sus medios de comunicación

sesgo es una tendencia del individuo en contra o a favor de algo, la mayor parte de las veces de manera involuntaria. Si observamos contextos culturales podemos observarlo, puede haber sesgos de género, (los hombres juegan mejor al fútbol que las mujeres) sesgos de una nación (los portugueses son peores que los españoles) de una clase social (hay más superdotados entre la gente blanca que entre los negros) políticos (el partido A cuando gobierna gestiona mejor que el partido B)

Cuando se juzga a un individuo basándose en la descripción estereotípica de un grupo al cual pertenece, el uso del estereotipo puede resultar  un error, (juicio preestablecido) ya que el individuo puede ser poco representativo del estereotipo.

El sesgo o estereotipo puede ahorrarnos tiempo de decisión a la hora de pensar un tema y de ponerle solución. Ocasionalmente, los sesgos pueden ayudarnos a ganar tiempo y a evitarnos. Sin embargo, en ciencia lo llamaríamos “error sistemático”.

Tipos de sesgo político

ENCUADRE O FRAME

El encuadre  de la noticia, sería el punto de vista desde el cuál se elige dar la información.

 Los políticos intentan enmarcar los problemas de una manera que hacen que una solución dada favorezca su propia inclinación política y aparezca como el curso de acción más apropiado para la situación actual.

PRIMING

El orden de las noticias o la yuxtaposición aparentemente inocente  en un periódico o en la pantalla del ordenador pueden querer producir un sentimiento  en el lector o espectador. ¿Para qué? Para producir un sesgo.

Por ejemplo en la   noticia: “Hoy es la investidura del presidente” y se avisa en la misma hoja de periódico de que esa noche emiten en un canal de televisión la película, “Golpe de estado”.

ANCLAJE

El anclaje es la importancia de la primera  información al tomar decisiones.  Esa primera información genera un punto de referencia sugerido implícitamente como el «ancla» y a partir de ahí se establecen aproximaciones. Por ejemplo, en las negociaciones para llegar a acuerdos entre partidos. Es importante quien lanza los primeros puntos del acuerdo empezando por peticiones máximas para después ir moderando estas peticiones pero ya se parte de un punto determinado. En las pujas de Ebay por conseguir un producto pasa lo mismo pero al revés, se empieza por un precio mínimo (ancla) y a partir de ahí se va incrementando. Sin embargo, ese mínimo a veces puede ser desorbitado pero le ha dado al cliente una sensación de que el producto es bueno.

EL EFECTO HALO Y EL EFECTO CUERNO

El efecto halo y el efecto cuerno suceden cuando el prestigio/desprestigio de una persona o de un objeto generan  simpatías/antipatías  sobre otra persona por el hecho de estar juntos.

Efecto halo debe su nombre al halo del santo que irradiaba una luz o energía desde su cabeza que alumbraba a su alrededor.

Efecto cuerno debe su nombre a «mano cornuta» y tendría que ver con el pensamiento supersticioso o mal de ojo generado cuando te desean un mal destino.

Concretamente,  si al observador le gusta/disgusta  un aspecto de algo, tendrá una predisposición positiva/negativa  a todo lo relacionado con él.

 Por ejemplo, si llevo a actores o escritores famosos y reconocidos internacionalmente a un mitin o éstos dan el apoyo claro a un líder político, voy a generar un efecto positivo de los observadores hacia ese candidato. Es posible que los seguidores de estos personajes generen o descubran simpatías por este partido.

Y a la inversa, si consigo asociar a un adversario político con alguien que genere animadversión o tenga una dudosa reputación entonces,  se creará un estigma por el efecto cuerno.  Por lo tanto, la información sobre  regímenes autocráticos o personas bélicas son usados para generar mala imagen en el otro líder político. Y así el votante, sentirá repulsa por esta opción política.

STATUS QUO

Sería aquel sesgo o  preferencia por el estado actual de las cosas. La actualidad (o statu quo) es el punto de partida o de referencia y cualquier modificación a partir de esa base se percibe como una pérdida.  Debido a este sesgo, es más difícil ganar elecciones para partidos nuevos ya que generalmente preferimos la estabilidad de  lo conocido frente al cambio.

Existen en Estados Unidos talleres para la «erradicación de los sesgos». Sin embargo, el sesgo no se puede eliminar completamente. Uno puede no dejarse llevar por ellos, puede conocerlos y reducir esa tendencia pero no seríamos humanos si no tuviésemos sesgos. Los sesgos forman parte de la ideología de la persona dentro de una sociedad y por lo tanto, se pueden «reconducir» pero no se puede vivir sin ellos. A veces, a los partidos políticos y sus campañas de marketing  no les interesa una pedagogía para la reducción del sesgo ya que parten de algunas campañas con  una «visceralidad» ajena a los datos que pueden interesar a un votante en relación a sus intereses del día a día.

Por otro lado, incluso la inteligencia artificial (IA) tiene sesgos porque esta hecha por humanos sesgados y si se le introduce a la IA más información de una índole que de otra, la respuesta que se obtenga tendrá esa tendencia y la neutralidad  no existe.

BIBLIOGRAFÍA

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